De la espiritualidad en el arte: caja para las hojas de té

Cuando en la era Momoyama (finales del siglo XVI), los monjes de los monasterios budistas zen dictaron el reglamento de la ceremonia del té, los alfareros locales comenzaron a diseñar cada uno de los objetos necesarios para el ritual: botellas  para el agua, recipientes para las hojas de té, tazones y jarros para ikebana -arte floral-. La ceremonia del té requiere  un entorno adecuado y apacible. Normalmente tiene lugar en un pequeño pabellón rodeado de un jardín en el que prevalece una atmósfera tranquila que invita al recogimiento. la estancia es minimalista y en ella no falta ni sobra nada porque nada debe perturbar el equilibrio entre los objetos ni distorsionar a armonía entre la mente y e espíritu. Aunque originalmente se reutilizaban cestos de pescadores, cuencos y botellas para el citado ritual, con el tiempo, los monjes impusieron reglas inamovibles que implican la producción de unas formas y medidas determinadas. Estas normas han permanecido intactas hasta hoy, e incluso los incondicionales de la ceremonia tradicional prefieren los diseños de la era Momoyama. 

Los alfareros locales crearon una técnica que consiste en provocar diferentes subidas de la temperatura cuando las piezas están el horno, obvien, las cuecen varias veces para conseguir colores diferentes, o lo que ellos llaman " el paisaje". Porque para ellos, el patrón, el modelo, es la naturaleza. En la actualidad, fieles a la tradición, los ceramistas continúan utilizado hornos anagramas. Este tipo de hornos consta de una cámara ascendente que se alimente con leña de pino rojo, cada diez minutos, durante cuatro días. En total se necesitan unos doscientos o trescientos troncos para cada hornada, pero el resultado final depende también del clima, del modo de colocar las obras y de la manera personal de alimentar el horno.

Los efectos de las cenizas que se depositan sobre la superficie son extraordinariamente semejantes al vidriado y, cuando el hierro de la leña de pino se fija a las obras, éstas adquieren un color rojo o marrón muy particular, el color del fuego. la leña carbonizada también acaba formando parte de los objetos de cerámica y la mejor pieza es la presenta un equilibrio entre los tres "paisajes": el brillante, el rojo y el negro rugoso.

Cerámica japonesa y espiritualidad
Maria Antonia Casanova (revista cerámica nº 111)








Esta alfarería ya no existe. Yo tuve la suerte de poder aprender hacer las cajas de té en ella y poder cocerlas en el anagrama. Durante dos meses solo hice chawans y cajas, día tras día, sábados y domingos.... Ahora aunque no hago casi nunca cajas para el té, las tengo tan memorizadas que las podría hacer con los ojos cerrados y a mi maestro diciendo: "practica, practica... esa no esta bien, practica". Finalmente pude poner 7 cajas en el horno, estaba muy emocionada, pero duro poco. Después de cuatro días de cocción y cuatro más sin abrir el horno, la sorpresa fue que me amigo me dijo: "solo esta bastante bien, las otras puedes tirarlas".
Verano del 2008, norte de Dinamarca.






1 comentario:

Ricardo dijo...

El tema de romper las piezas que a criterio de otro no están buenas, me cuesta entenderla. Quizás por ser occidental. Hay tantas subjetividades como seres humanos. Es muy respetable la experiencia del maestro, pero es su opinión personal. Quizás a ti te gustaba más alguna de las que el descartó. Igualmente es una experiencia fabulosa que espero poder disfrutar algún día. ;). Ricardo